En el títere la expresión corporal adquiere un nivel de disciplina que se consolida en la estructura del actor en el que el «juglar», lo lúdico y finalmente el divertimento se edifican en el tratamiento que se le otorga al teatro de títeres. Y si lo decimos así es porque aquí el género se formaliza en un discurso donde la dramaturgia —la estructura verbal— es una composición que se constituye a partir de la relación personaje-actor. Es decir, la relación entre interpretación y personaje se van vinculando con ese actor quien a su vez conduce el nivel de la representación (la expresión del títere propiamente) a la cual llamaremos artesanía del gesto. Trataré de explicarme, el «gesto» es un signo donde se va a producir el significado (la comunicación dada en el teatro de títeres) por más mínimo que sea aquel gesto el significado está dado: es una unidad mínima de significación.
El intérprete —ese artesano del gesto que es el actor— instala sobre el espacio escénico el gesto (el conjunto de los signos no/verbales) como un eje de acción y determinación sobre el público. En su representación no es al actor a quien «vemos» sino a la expresión del muñeco. Así que nuestra mirada está dirigida al rostro de ese títere que se transfiere, al mismo tiempo, en mirada, acción, espacio y representación. Entonces palabra y gesto se da en el lugar del actor: Alfredo Muzaber y su grupo, quien lo acompaña en «Teatro 4 elementos», ponen de manifiesto (en diferentes recorridos por América latina y España) este orden estético del género. Bien sea visto en la calle o en un pequeño rincón de la ciudad donde el niño y el adulto son cómplices de esta comunicación que se lleva a cabo: un títere, una pequeña caja oscura —en el que sólo nuestro ojo es cómplice de aquella mirada—, un objeto animado, un pequeño cuerpo de madera, formas o volúmenes humanos y objetos sensibles me permiten, con todo, decir en esta crónica en qué medida se asume el discurso con la seriedad y disciplina del caso.
Se construye desde una concepción humilde del compromiso estético, pero igual de exigente y estructurante como lo es el teatro de títeres. Siempre he denominado, o prefiero denominar, como «teatro de muñecos», puesto que aquí el «muñeco» es objeto animado, dispuesto como signo y unidad significante. Unas veces (en el caso de «Teatro 4 elementos») el muñeco es más o menos pequeño, como quiera que sea usado, figura desde el discurso dramático (el texto dramático que acompaña aquella representación) y dialoga artesanalmente con la hechura de ese muñeco lo cual se acerca más a un sentido hermenéutico y sensible de la construcción del objeto: texto y muñeco dialogan a objeto de constituir el espacio escénico. Y como podrá comprenderse es un constructo estético en constante progresión. Dinámica ésta que le imprime su agrupación asumir la dramaturgia con firmeza. Dinámica que no ha sido nada fácil por su rigor y compromiso intelectual con el público. Porque no sólo es divertimento, sino postura, reflexión y en definitiva discurso lúdico. Con ese criterio van de una función a otra para consolidar una visión de lo profesional de goce estético.
Después de todo, así conciben el proceso creador que va desde la construcción de aquel muñeco hasta el momento en que el público disfruta del espectáculo. Tomemos en cuenta lo siguiente: es un espectáculo de género: teatro de títeres, pero también busca su propia elevación estética y queremos entender que esta agrupación se suscribe a esta búsqueda. Así que búsqueda y hallazgo se encuentran en la representación de la obra. No siempre vemos en agrupaciones de títeres una búsqueda de mayores niveles expresivos hacia al alcance de un leguaje que los defina en la representación. Es decir, desarrollar su propio espacio escénico. Y sin ir muy lejos, cómo han concebido, en cambio, su mundo teatral a pulso y trabajo.
Me detengo ahora en esa concepción teatral del uso del títere: el discurso dramático lo disfruta el adulto porque el texto está dirigido a ese público. Ya en este momento estamos en el lugar de la recepción, en un discurso de la recepción estética. Entendido así el títere no sólo es un objeto animado de uso meramente espectacular, es también como decía, significación, discurso. Y Alfredo Muzaber se toma muy en serio este asunto.
Y como andan en una búsqueda heterodoxa del discurso, ese proceso estará siempre en construcción, cambiando hacia nuevas formas de expresión: dramaturgia-actor-títere-p
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